Tenemos que hablar.

Desde tu nacimiento lo hemos compartido todo, llegando incluso a confundirnos el uno con el otro. Ha llegado el momento de hacer la colada y mirarnos a los ojos puesto que no estoy dispuesta a permitirte dirigir mi vida.

Tú,  dueño y señor de encabezados como:  yo soy / yo quiero / yo tengo / yo ya dije / yo hago / yo exijo / yo juzgo / yo sé/  etc. etc. etc.  Me cansas.

A ti, que te sube el azúcar cuando te regalan los oídos y te miran con ojos de admiración y deseo.

Tú, que te dejas deslumbrar con listas de los más guapos/ricos/poderosos del mundo, en lugar de valorar a aquellos que han parido mensajes como: “El secreto de la sabiduría, del poder y del conocimiento es la humildad”  Ernest Hemingway

A ti, que tantas veces te delatas sintiéndote ofendido cuando no eras objetivo de ningún disparo.

Tú, que pretendes diferenciarte de los demás y consigues alejarme de ellos y de mi misma; y es que cuanto más grande el disfraz, más lejos la verdad.

A ti, que te seducen las grandes etiquetas, los nombres resonantes y demás pantomima que no son más que ostentación de egos bailando al son del vacío.

Tú, que te enfadas cuando no te hacen caso dejando ver a un niño enfurruñado porque los demás no sucumben a tus exigencias o no comparten tus ideas. Y es que…¿cómo la gente no entiende que sólo tú estás en posesión de la verdad absoluta?…

A ti, que ensombreces la luz de los otros quizás para proteger la tuya, pasando por alto que cuantas más luces seas capaz de percibir, más iluminada estará tu vida.

Tú , que no te das cuenta de que no tienes nada que demostrar a los demás, pues no hay nada que te acerque más a ellos que la honestidad, la sencillez y la transparencia.

Tal vez si comprendo tus razones, podamos hacer camino juntos con aquello que sí compartimos:  nuestra necesidad de sentirnos queridos en este paseo llamado vida.

Tal vez no seas mi enemigo pero tienes la irritante capacidad de sacar lo peor de mí en cuanto bajo la guardia, como si fueras un duro entrenador que me pone a prueba constantemente para ayudarme a construir una autoestima verdadera, basada en un amor sin maquillajes.

Hagamos un trato.

Aida Blanco